
Aunque tú ordenes y mandes y creas que puedes marcar mi camino, sigo siendo libre.
Aunque me obligues a postrarme ante tus leyes y a guardarte el respeto del silencio, sigo siendo libre.
Aunque inventes excusas que suenan huecas para aplacar mi rebeldía y apeles a la ficticia sabiduría de tu autoridad, sigo siendo libre.
Aunque creas que nadie más que tú sabe lo que me conviene y te atrevas a tirar de mis cadenas, sigo siendo libre.
Porque ni tú ni nadie entenderá jamás mi alma ni podrá sumirla y ahogarla en el barro, ni enterrar su dignidad en una tumba de piedras sin nombre.
Puede que por un tiempo gobiernes mi cuerpo, pero sigo siendo libre, y mi alma acabará ascendiendo hasta cimas que tú jamás imaginarías.