Uno no termina nunca de aprender sobre el arte de escribir y sobre sus propios personajes.
Y mientras aprende, sigue escribiendo.
Hoy he llegado hasta las 880 páginas de mi manuscrito con la segunda parte de Canción Eterna.
Tengo casi decidido que se titule «Balada Oscura», y más teniendo en cuenta lo que estoy escribiendo últimamente.
Me he dado cuenta de que incluyo al comienzo demasiada explicación y de que, para resultar hoy más atractivo, mi protagonista debe ser más gris, menos puro, menos prístino.
En ello estoy: escribiendo una novela negra, casi de terror, mas que de fantasía, cada día más dolorosa, cada día más directa, psicológica y trepidante.