Principia
Uno de mis objetivos intelectuales es descubrir y aprehender la verdad que me sostiene. Podría afirmar que este objetivo lo buscaré hasta la muerte y que no pertenece sólo a esta dimensión de mi ser. Pero no me preocupan las matizaciones: quiero la verdad desnuda y sincera; quiero saber quién soy y qué hago en el mundo; para qué nací y por qué; cuál es el sentido de mi existencia y a qué desembocará; al fin y al cabo, quiero verme, saberme.
Sin embargo, ésta no es la meta última de mis deseos, sino conocer la naturaleza humana, lo que esencialmente comparto con todos mis hermanos; así, podré entregar a cada hombre la verdad que le debo: la verdad sobre el propio hombre. Conocer la naturaleza humana y conocer sus ultimidades, para arrancar el velo que separa el conocimiento del hombre y el conocimiento de Dios, y ver el rostro de Éste tras los átomos de aquél.
El asunto es fácil de expresar, al menos en lo que atañe al ideal. Pero, ¿cómo entender al hombre para descubrir a su Creador? Si Dios está realmente en el hombre, o detrás de él, conociendo al hombre habremos de conocer a Dios, supuestamente. Pero siempre y sólo en el caso de que Dios esté en el hombre, o detrás de él…
Voy a dedicarme sólo a las verdades profundas del hombre, del mundo, de Dios. Sólo quiero comprender el mundo un poco mejor. Sólo quiero entenderme yo un poco mejor. Sólo quiero saber por qué todos somos al mismo tiempo trigo y cizaña, y por qué yo casi siempre veo únicamente ésta, y no aquél. “Gnothi seautón”.