Solo en lo eterno hay vida. Solo en lo efímero hay deseo.
¿Quedará rastro alguno de mi paso por el mundo cuando mi cuerpo descanse en una tumba, en un nicho, quizá en el fondo del mar, y los ojos que me lloraron se hayan cerrado? ¿Por qué me lo pregunto, y qué importa, si el mundo mismo ha de pasar como yo pasaré?
(El Maestro de los Vientos, derechos reservados)